Al finalizar un contrato de alquiler, es habitual que el propietario revise el estado del inmueble para decidir si devuelve la fianza al inquilino o si la utiliza para cubrir desperfectos. Sin embargo, puede suceder que la fianza no sea suficiente para reparar los daños. ¿Qué hacer en estos casos? A continuación, te explicamos los pasos que puedes seguir como propietario o inquilino para resolver esta situación de manera justa y legal.
La fianza es una garantía económica que el inquilino entrega al propietario al inicio del contrato para asegurar el cumplimiento de sus obligaciones. Según la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), la fianza tiene como finalidad:
Es importante destacar que la fianza no puede destinarse a cubrir desgastes normales derivados del uso habitual de la vivienda, como el envejecimiento de paredes o muebles.
El primer paso es elaborar un informe detallado de los desperfectos detectados durante la inspección final. Este informe debe incluir:
Este documento es clave para justificar que los daños exceden el importe de la fianza.
El propietario debe informar al inquilino sobre los desperfectos encontrados y proporcionarle una copia del informe. Es fundamental mantener una comunicación clara y documentar todos los intercambios para evitar malentendidos.
Si la fianza no cubre el coste total de las reparaciones, el propietario puede solicitar al inquilino que pague la diferencia. Este proceso puede incluir:
Si hay desacuerdo sobre la magnitud de los desperfectos o el coste de las reparaciones, es recomendable acudir a un perito que evalúe de manera objetiva los daños. Este informe puede ser utilizado como prueba en caso de un procedimiento judicial.
Ana alquiló su piso a Pedro durante dos años. Al finalizar el contrato, Ana encuentra que las paredes están pintadas de un color diferente al original, una ventana rota y manchas permanentes en el suelo. La fianza es de 1.000 euros, pero el coste de las reparaciones asciende a 1.800 euros.
El propietario puede iniciar una reclamación judicial para exigir el pago de los daños, presentando el informe detallado y las pruebas como respaldo.
El desgaste normal se refiere a los daños que ocurren por el uso habitual de la vivienda, como pequeñas marcas en las paredes o desgaste en los suelos. Estos no pueden deducirse de la fianza.
Según la Ley de Arrendamientos Urbanos, el propietario tiene un mes desde la entrega de las llaves para devolver la fianza o justificar los descuentos aplicados.
El inquilino puede solicitar pruebas al propietario o, en última instancia, acudir a un tribunal para impugnar los desperfectos reclamados.
La falta de un inventario firmado dificulta determinar el estado inicial de la vivienda. En este caso, se recomienda negociar y evitar conflictos legales siempre que sea posible.